La nueva regulación europea sobre transferencias instantáneas, aprobada por el Parlamento Europeo el 7 de febrero persigue generalizar su uso habitual entre ciudadanos, empresas y administraciones públicas, al establecer la obligación de que bancos y proveedores de servicios de pago ofrezcan transferencias instantáneas a sus clientes, tanto particulares como empresas, a través de cualquier canal, para muchos casos de uso, en cualquier momento y al mismo o inferior precio que las transferencias clásicas. Adicionalmente, impulsa medidas orientadas a la lucha contra el fraude, como la obligación de ofrecer un servicio de validación del nombre del beneficiario que pueda ser utilizado por los clientes antes de enviar un pago.

Europa busca con esta regulación explotar todo el potencial que tienen las transferencias instantáneas para alcanzar sus objetivos estratégicos en materia de pagos:

• Soberanía y autonomía estratégica frente a otras áreas económicas mediante el desarrollo de soluciones de pago propias de escala paneuropea,
• Acelerar la velocidad de circulación del dinero para mejorar la eficiencia de la economía y estimular el crecimiento,
• Facilitar la digitalización de la economía europea,
• Promover la innovación, competencia y sostenibilidad en los servicios de pago,
• Asegurar la resiliencia de los sistemas de pago con soluciones complementarias y alternativas a las redes de tarjetas, y
• Mejorar los pagos internacionales con otras divisas distintas al euro.

facturas, cobros y cuentas bancarias, etc.; y a medida que la banca ofrece este tipo de servicios a través de sus canales especializados para las empresas, se estará adelantando un impacto muy significativo en eficiencia, digitalización e innovación en el ámbito empresarial y en la economía en general.

Ventana de oportunidades

La nueva era de los pagos instantáneos abre una ventana de oportunidad sin precedentes. La generalización de su uso no sólo agilizará y acelerará el flujo del dinero en la economía, sino que modificará sustancialmente los hábitos de pago de los ciudadanos, las empresas y las Administraciones Públicas en Europa (como ya ha hecho Bizum en España en el pago entre particulares) y creará un espacio muy propicio para la digitalización, la innovación financiera y la competencia en los servicios de pago, estimulando además la actividad económica.

España se encuentra en una posición privilegiada para seguir liderando esta transformación digital y obtener todos los beneficios que aporta. Nos encontramos ante una revolución que puede remodelar la economía europea, dotándola de una mayor eficiencia, digitalización e innovación.

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